Publicado: Guatemala, 17 de octubre del 2024
¿Por qué el oro sigue siendo un refugio seguro? Fritz Thomas explica cómo el precio del oro indica la erosión del valor del dinero y las tensiones globales que moldean nuestro presente.
Hay indicadores que dicen mucho, sintetizan información y cómo los actores reaccionan a ella, pero pasan relativamente desapercibidos. En septiembre pasado, el precio del oro alcanzó US$2 mil 685 por onza, un pico histórico. En enero de 1973, el precio de una onza de oro era US$64.50. El comportamiento del precio del oro durante este lapso podría usarse para acompañar una narrativa interpretativa de medio siglo de historia, pasando por la marcada erosión del poder adquisitivo del dinero, crisis periódicas, generalizada irresponsabilidad fiscal y monetaria y tendencias geopolíticas. El precio del oro, irrelevante para la mayoría de las personas, es un nervio sensible a los vaivenes del presente, al ánimo de pequeños y grandes actores y especialmente a expectativas sobre el futuro. El elevado precio actual refleja desconfianza e incertidumbre.
En junio de 1982, la onza de oro se cotizaba en US$304. Veinte años más tarde, en junio del 2002, su precio era de US$316, una variación apenas perceptible, a pesar de eventos tumultuosos durante esas dos décadas: inflación, varias crisis financieras, la caída del muro de Berlín, el colapso de la Unión Soviética y el ataque a las torres gemelas en septiembre del 2001. De US$316 por onza en el 2002 se dio una tendencia alcista hasta alcanzar el pico de US$1 mil 889 en agosto del 2011, para gradualmente retroceder a US$1 mil 69 en diciembre del 2015. De US$316 en el 2002 a $2 mil 685 en el 2024, puede verse como una dramática disminución del valor del dinero.
El oro es un bien muy particular, único en su clase. Fundamentalmente, la tenencia de oro es una forma de mitigar riesgo e incertidumbre y un refugio para almacenar valor. Durante y después de la pandemia de covid, muchos gobiernos, particularmente en EE. UU. y la Unión Europea, causaron un masivo aumento del gasto público financiado con la creación de dinero, que condujo a una ola inflacionaria. La devaluación del dinero impulsa la demanda de oro.
Las tensiones geopolíticas han subido de tono marcadamente desde la invasión de Rusia a Ucrania en febrero del 2022, multiplicadas por el ataque de Hamás a Israel en octubre del 2023. La ampliación del conflicto en Medio Oriente, en el que se asoma una guerra que envuelva a algunos de los principales productores de petróleo —Irán, Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes— es un riesgo enorme para la economía global. De escalar el conflicto a niveles que dañaran la infraestructura petrolera o bloqueara sus delicadas rutas de transporte, los precios de los hidrocarburos alcanzarían precios exorbitantes. Otra forma de verlo sería una disminución del valor del dinero respecto del petróleo, y probablemente respecto del oro.
Se suma el espectro de un posible conflicto por las ambiciones de China sobre Taiwán, ampliación de poder que se extendería sobre Japón, Filipinas, Corea del Sur, Singapur y Australia, países bajo la sombrilla geoestratégica del orden mundial de Occidente.
Una de las grandes amenazas al orden económico global es la deuda del gobierno de EE. UU., cercana a US$35 trillones. A menos de tres semanas de las elecciones, ninguno de los dos candidatos tiene apetito o planes para disciplinar el gasto público descontrolado que infla la burbuja de dólares. El bloque formado por China y Rusia impulsa enérgicamente la “desdolarización” del comercio internacional y el abandono del dólar como moneda de reserva global. A este movimiento se suman países como Brasil, Irán e India. En la práctica, significa que estos países buscan reducir sus reservas de dólares y aumentar sus reservas de oro. Atención al precio de este metal; es elocuente.