Publicado: Guatemala, 1 de octubre del 2024
¿Libertad o socialdemocracia? Carroll Ríos de Rodríguez explica cómo mientras Bernardo Arévalo apuesta por un modelo progresista y socialdemócrata, Javier Milei defiende una liberalización económica enfocada en el poder del mercado.
Los discursos que pronunciaron ante la Asamblea General 79 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) los presidentes de Guatemala y Argentina, Bernardo Arévalo y Javier Milei, revelan dos visiones distintas. Los presidentes ofrecieron a sus ciudadanos un cambio de rumbo al asumir su cargo: Milei intenta impulsar una liberalización económica, mientras el Movimiento Semilla esbozó una oferta socialdemócrata y progresista.
El tema del cambio climático ilustra las diferencias. Arévalo señaló los efectos del clima extremo en Guatemala y dijo que vamos rumbo a una catástrofe mundial. Él respalda las iniciativas de la ONU para reducir las emisiones y emplear soluciones basadas en la naturaleza, entre otras recomendaciones. En contraste, Javier Milei fue tachado de negacionista durante la campaña electoral. En una entrevista en el 2023, aclaró que no negaba el cambio climático, pero que duda de que la acción humana sea la principal culpable del cambio. Muchos planes para revertir el cambio climático son costosos, ineficaces y de corte socialista. Las políticas de “Emisión Cero”, afirmó Milei en su discurso ante la Asamblea General, dañan en primer lugar a los más pobres.
Luego de la reunión global en Río de Janeiro, en el 2012, la ONU organizó un grupo de trabajo que elaboró 17 metas de desarrollo sustentable, con 169 objetivos asociados, mejor conocidos como la agenda 2030. Arévalo se adhirió al nuevo compromiso suscrito en Nueva York, la Cumbre del Futuro, que propone acelerar los esfuerzos por cumplir dichas metas. “El crecimiento por sí solo no produce desarrollo”, sentenció Arévalo. Según la ONU y Arévalo, los gobiernos deben proteger el ambiente, facilitar la inclusión social y desempeñar muchas otras funciones, además de cumplir con su obligación primordial de proveer seguridad y justicia y garantizar los derechos básicos.
Además, Arévalo valora el diálogo como método: “Al optar por el diálogo y los mecanismos jurídicos internacionales, hemos demostrado que la vía pacífica y el respeto a las instituciones multilaterales son el camino más efectivo para resolver disputas entre naciones”, dijo.
El presidente guatemalteco tiene fe en la diplomacia y en los gobiernos, mientras el presidente argentino tiene fe en las personas y los mercados. Arévalo cree que el progreso es dirigido desde cúpulas tecnocráticas estatales y requiere de múltiples leyes y del paternalismo redistributivo. Milei considera necesario remover los obstáculos gubernamentales que impiden el ahorro, la inversión, el comercio, la producción y otras formas cooperación social entre sus ciudadanos.
La seguridad es condición necesaria para el funcionamiento de las sociedades libres. La ONU se desvió de su misión original de evitar los conflictos entre las naciones a la escala de la II Guerra Mundial, subrayó Milei; dejó de ser un escudo para la paz, y se convirtió en un Leviatán de muchos tentáculos. Por diversos medios, se presiona a los países miembros para que adopten medidas comprendidas en la Agenda 2030, que indican a los países qué comer, qué creer, qué producir y con quiénes se debe asociar. Milei advierte que estas políticas ensanchan la burocracia estatal, conducen al endeudamiento fiscal y, en última instancia, no acarrean prosperidad. Desde el podio de la ONU se pronuncian miles de discursos floridos y bien intencionados, pero, como buen economista, Milei nos recordó que cada plan tiene costos monetarios y sociales que pagan los ciudadanos productivos. El mercado, no el gobierno, aliviará la desnutrición, la pobreza y hasta los problemas ambientales. ¡Aprendamos esta valiosa lección!